El viento en la cara, el sudor deslizando por la frente, cientos de bocanadas de aire fresco,... c

El viento en la cara, el sudor deslizando por la frente, cientos de bocanadas de aire fresco,... c
UTMB 2016

martes, 10 de mayo de 2016

MI PRIMERA MEDIA ( media maraton de zaragoza 2016) by Noelia



Por segunda vez me enfrento a otra primera vez. Mi primera crónica en condiciones. No soy muy asidua a abrirme a los demás, pero ahí voy.
En primer lugar, remontarme a mis orígenes. Esta aventura comenzó para mi, al conocer a mi Marquitos (mi míster o personal-trainer, el que me aguanta en mis días buenos y en los malos, y creedme que en mi actual etapa de opositora predominan más los malos que los buenos).
En ese tiempo (ya hace 2 años y medio), yo era más bien un animalillo de gimnasio. No perdonaba mis dos horas de gym al día, (1 en época de exámenes). Se podía decir que estaba un poco obsesionada, pero bueno.
Si es cierto que en ese entonces ya corría, pero solo los domingos y festivos, que era cuando me cerraban el gym. Me vestía con mi indumentaria (chándal Adidas, camiseta normalita y zapatillas sin amortiguación), en palabras de mi novio: la típica dominguera. Jajaja así era.
Mucho ha llovido desde entonces. Ya no soy dominguera, hasta tengo mi propio gps. Pero nunca había pasado de correr 10 kilómetros. Alguna vez 12, pero hasta ahí. Si bien es cierto, alguna vez bromeé por facebook con otra amiga sobre hacer una media (pero juro que lo hice sin pensar que sería capaz ni de intentarlo)
Fue en el momento en el que se abrieron las inscripciones de la XIX media maratón de Zaragoza. Me lo propuso mi chico, y cual kamikaze dije que sí. Comencé a buscar en google plannings para correr una media. Pero en realidad no tenía tiempo para cumplirlos a rajatabla. Mi vida de opositora me absorbe casi todo el tiempo –y esto de correr es un hobby, y así debe seguir siendo-.
Así, que decidí correr 2 días a la semana, lo que pudiese. Y Dios diría el día 8 de mayo.
La semana pre-carrera pasó muy rápido. Demasiado, diría yo. Y para que vamos a engañarnos, cada día miraba Aemet, para ver las probabilidades de lluvia. Me aterraba correr con lluvia. No había corrido nunca con lluvia. Alguna vez había andado con las zapas de correr con el suelo mojado y notaba que resbalaban.
Y llegó el día de la carrera. El madrugón no me sentó demasiado bien. Al  sonar el despertador, y ver por la ventana el día tan gris, estuve a punto de dar media vuelta, pero me dije venga va, aunque sea voy, me hago una foto con el grupo y si no llueve me animo.
Fue llegar al pabellón a dejar las cosas y empezó a llover. Se cumplían así las predicciones, para mi mala suerte. Para una vez que me meto en esto, me llueve.
Nos resguardamos en una marquesina y cuando estuvimos todos, nos hicimos la foto de rigor. Y corriendo, corriendo a volver a la marquesina. Que, no sé muy bien por qué, si nos íbamos a chipiar completamente.



En los momentos previos al pistoletazo de salida, las dudas sobre si correr o no, inundaban mi mente. No tenía muchas ganas, pero contagiada por el ánimo de todo el grupo, por el alboroto, me situé (en contra de mi voluntad) delante de la liebre de 1.50. Yo quería en la de 1.55 o en la de 2. Pero bueno, allí que nos pusimos.
Mi objetivo era únicamente acabarla, y me parecía mucho tomate seguir a la liebre.  Me veía como en la 10k del roscón, sufriendo por no perder a una liebre que era imposible, dada mi preparación física seguir.
Tras la salida, me vi genial. Pensaba que me agobiaría mucho estar entre tanto corredor. Me suelo agobiar, pero en esta no fue así. Así fueron pasando los primeros kilómetros: 5.05, 5.07, 5,12, 5.09, 5.01…
Pasamos por el último puente (creo que se llama de la Unión o algo así, me perdonaréis pero soy foránea y me lío con los nombres aún) y Ana Urrea nos inmortalizó en esta foto.


Gracias Ana Urrea por la foto!
No es que pusiera buena cara solo para las fotos, es que no me podía quitar la sonrisa de la cara. Y ello, a pesar de que hubo momentos en los que parecía que me corría un río por la cara. Era una mezcla de sudor y agua de lluvia. Notaba los pies helados, mojados. Eso fue sin duda lo peor de todo. Una sensación nueva para mí, como todo lo que estaba viviendo.
La bajada por Calle Alfonso, fue súper motivante. Hasta me pareció muy gracioso el comentario del speaker, que nos advertía que a pesar de que estuviésemos completamente mojados, no olvidásemos beber agua.


Gracias Patricia por la foto!
Así comenzábamos la segunda vuelta, que en contra de lo que pensaba a priori, se me hizo más rápida que la primera. Fueron pasando los kilómetros, a poco más de 5 el km,… así hasta que en el kilómetro 14 pinché. Bajé hasta 5.41 de repente. Me notaba muy lenta, demasiado.
Justo coincidió con unos kilómetros en los que sufrí mucho. Estuve a punto incluso de parar, y abandonar, pero me di una oportunidad.  Puñetero flato, déjame en paz pensaba yo. Déjame disfrutar.
Estaba claro que no estaba preparada para ir a ese ritmo. Y Marcos, lo sabía. Así, me lo dijo después: “Sabía que pincharías, pero me sorprendió que aguantases hasta el km 14 a ese ritmo”. Yo también me sorprendí.
En ese momento, fue cuando mi mente quería parar y andar un poco. Aprovechando que Marcos se había adelantado un poco para forzarme a que corra más rápido, me puse a andar. No había dado más que 3 pasos andando cuando se dio la vuelta, y me vi obligada a volver a correr. Que poco me había durado la alegría. Parece que tiene un radar!
Pasado el malestar del flato, volví a recuperar un poco más de velocidad. Solo un poco más, porque mis piernas ya estaban como para abandonarlas y cambiármelas por otras.
A lo que me di cuenta ya estábamos por paseo Echegaray. En ese momento fue cuando me acordé de mi abuelo, en paz descanse.  Y decidí que la terminaría por él, que se la iba a dedicar.
Ello me dio mucha fuerza, y los últimos kilómetros se pasaron volando. A lo que me dí cuenta estaba cruzando por la meta, de la mano con mi chico.
¡No me lo podía creer! ¡La había acabado! ¡Y lo había hecho en menos de 2 horas!
He de reconocer que se lo debo todo a mi novio, que incluso corría lesionado por mí. No me dejó ni un momento de decir que vas genial, venga ya no queda nada. Sin ti, no lo habría hecho.

Ya en casa, miré las clasificaciones por ver cómo había quedado. Aunque para mí poco importaba eso. Aunque hubiese sido la última, nadie me habría quitado la sonrisa de la cara, y aún hoy, 2 días después, se me pone la carne de gallina kirika, al recordar cualquier momento de la carrera.
No estaba tan mal. Había quedado la 150 de las mujeres, entre 626. Y la 70 de mi categoría.  Y en 1.53.03
Gracias por leerme y a todos los que estuvieron animándonos a pesar de la lluvia. Y reconocer que tenían razón aquellos azulillos que me dijeron: la primera media no se olvida nunca. Es cierto. Perdón si he sido extensa, pero quería soltar todo lo que experimenté.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena!!miedo me da en la próxima en la que te puede liar Marquitos...jajaja

    ResponderEliminar
  2. muy buena crónica! enohrabuena por tu primera vez. Estas son las que no se olvidan. Y sobretodo, que no se te borre la sonrisa de la cara :-)

    ResponderEliminar